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Maltrato en la pareja: entre la codependencia y la responsabilidad.

Existen relaciones de pareja tormentosas caracterizadas por el maltrato emocional, físico, o verbal. Matrimonios o noviazgos que la pasan mal, donde sentirse devaluados, incomprendidos, humillados y acorralados se vuelve lo "normal." Desean amor, comprensión e intimidad, pero en cambio obtienen maltrato. Detrás de estas relaciones hay una dinámica que perpetúa la experiencia negativa y que impide el cambio. Es la dinámica de la codependencia manifestada por los roles que se viven en la relación.


Es común que en relaciones así, haya uno que asume, de manera inconsciente, el papel de víctima diciendo cosas como: “es que él me hizo” “es que ella no me trata bien” “es que si tan solo cambiara la forma en como me trata” “es que por su culpa estoy como estoy.” Lamentablemente, dicho rol o disposición en la relación permite que el otro asuma el papel de victimario reforzando las conductas indeseables y de maltrato.


También existen parejas donde los roles no son tan claros y donde se vinculan desde ambas posiciones, se sienten victimas del otro, y al mismo tiempo ambos actúan como victimarios. Lo hacen desde las conductas pasivo-agresivas, o desde la desesperación de no ver al otro cambiar o por desear poner límites o defenderse. Relaciones así conllevan un grado de complejidad mayor, pues ambos se sienten heridos, la experiencia emocional de incomprensión, devaluación y desamor es compartida.


Las relaciones que he descrito se caracterizan por la codependencia emocional. hay un vínculo patológico, donde el deseo de proximidad y el temor al abandono promueven conductas erraticas que perpetúan el dolor y la sensación de desconexión emocional. En dicha codependencia es el otro quien tiene el poder de marcar el ritmo emocional no solo de la relación, sino del individuo. Otra caracteristica de dichas relaciones, es la dificultad de asumir la responsabilidad de su participación en la dinámica patológica, de reconocer su rol o la disposición con la que se vincula con el otro. La dificultad de asumir la responsabilidad de tomar una decisión de una gran complejidad; “seguiré permitiendo este trato inapropiado o pondré límites tope hasta donde tope.”


En dinámicas así, las personas suelen olvidar que hay cosas bajo su control, y cosas que no están bajo su control. La conducta del otro está fuera de su control, por lo que enfocarse en ello no solo es improductivo, sino que prolonga el conflicto. Lo que realmente está bajo su control son sus reacciones a la conducta del otro. Ellos son el contexto donde el maltrato se manifiesta y por ello sus reacciones refuerzan o debilitan las conductas de su pareja o cónyuge. Cómo responden a las agresiones y a la indiferencia es de gran importancia, como también lo es su respuesta ante las conductas deseables, como son las expresiones de afecto y a los intentos de acercamiento emocional.


Es inegable que hay relaciones que han llegado a niveles de abuso grave e inadmisible y donde está en riesgo la integridad y hasta la vida. En situaciones así, es necesario apoyar a quien está en riesgo y buscar su protección a toda costa, su vulnerabilidad puede costar muy caro. Pero incluso esas relaciones no inician de la noche a la mañana, no es que el maltratador se despierte un día diciendo “hoy empezaré a maltratar a mi pareja hasta poner en riesgo su vida.” Las relaciones de maltrato, leves, moderadas o graves, son resultado de la acumulación de situaciones que se dejaron pasar, que no se afrontaron y que no se pusieron límites en el momento adecuado. En vínculos así, lo común es que las conductas inadmisibles crezcan en frecuencia, intensidad y gravedad, con el tiempo no se ve la salida, se sienten vulnerables y aprisionados. Por eso, desde el inicio de la relación se debe tener en claro que sin respeto, afecto, comunicación asertiva y conformación de acuerdos la relación no terminará bien.


En la dinámica de codependencia donde se dan los roles de víctima-victimario, el que no pone límites y asume el papel de víctima incurre en algo mayor; evita la responsabilidad de cuidar de sí mismo, se la da al otro. Al hacer esto, escapa de la responsabilidad de hacer valer su dignidad, de no dejar que se le de un trato indigno, y lo que es peor, perpetúa el ciclo del maltrato, pues le da al otro el poder de decidir cómo tratarle, en lugar de ser él o ella quien determine el trato que merece; lo que es y no es admisible. Escapa de la responsabilidad de poner límites a la conducta del otro.


Para quienes participan en dinámicas así, puede parecer imposible la idea de poner límites, pues hay quienes han experimentado maltrato desde la infancia. Es común ver que provienen de padres abusivos o que crecieron en el abandono o la ausencia del padre y de la madre y en la vida adulta les cuesta desarrollar relaciones románticas adultas y sanas, pues el miedo al abandono los lleva a permitir lo que no deberían. Actúan desde el dicho “más vale mal acompañado que solo.” Personas con ese perfil suelen tener esquemas cognitivos de abandono, subyugación y autosacrificio. Pero incluso para ellos es posible lograr poner límites si se hace con paciencia, constancia y asertividad. Aquí hay algunas ideas;


1.      Si tu integridad o la de tus hijos está en riesgo sal de ahí, busca ayuda con tus familiares e incluso llama a la policía si es necesario. No hay relación que sea más valiosa que tu vida e integridad o la de tus hijos.

2.      Ve a terapia, identifica tus esquemas de abandono, subyugación y autosacrificio y cómo se relacionan con el maltrato y la perpetuación de la codependencia y de las conductas que refuerzan el maltrato de tu pareja.

3.      Empieza por no engancharte en las provocaciones ni suplicar por su atención, o buen trato. Muchas veces buscará provocarte para culparte y hacerte creer que tú eres quien actúa mal. Es parte de la dinámica de la codependencia y de la forma en que se evita el cambio.

4.      Ante los malos tratos abórdalos como un adulto sano diciendo “si tú me hablas así tendré que retirarme. Te pido que me hables con respeto”. Si el maltrato continúa retírate.

5.      Comunícate con asertividad, de manera concreta, directa y respetando los derechos de ambas partes. Puedes ver un episodio de mi podcast donde explico cómo hacerlo.

6.      Si hay maltrato no lo recompenses congraciándote o utilizando el sexo “para que se contente” pues aprenderá que le sirve actuar así, estarías reforzando las conductas indeseables.

7.      Haz una lista de conductas deseables e indeseables. Ante la primera utiliza reforzadores. Ante la segunda pon límites. Ejemplos de reforzadores son: 1. Verbales: “Muchas gracias, me gusta mucho cuando me tratas así” “Valoro mucho tu esfuerzo y me siento muy bien cuando nos llevamos así” 2. Afectuosos: besos, abrazos, caricias y actividad sexual. 3. Atenciones: un mensaje de texto, una carta, un chocolate, una taza de café, un masaje, etc. Pero para que funcionen tienes que conectarlos con las conductas deseables, es decir aparecer justo después de la conducta positiva o señalarlo diciendo “esta semana la he pasado tan bien contigo que pensé en reconocerlo con…” u “hoy en la mañana que me dijiste que me querías y lamentabas cómo me has tratado me hiciste sentir valorado y reafirmado, muchas gracias”. Ejemplos de límites son los mencionados en el punto 1, 4, 5 y 6. También puede ser distanciarte momentáneamente, no tener atenciones especiales, pedir un tiempo a solas e incluso una separación terapéutica diseñada junto con tu terapeuta.

8.      Terapia de pareja. Hay parejas para quienes la terapia en conjunto puede ser de ayuda, pero se tiene que evitar ver la terapia como la oportunidad de quejarse y de buscar un juez y aliado en el terapeuta, pues de ser así la terapia participaría en la dinámica de codependencia y no terminaría bien. La terapia de pareja debe ser un espacio para identificar lo que no funciona a “nivel práctico” en la relación, así como comprender el “nivel profundo” de las necesidades emocionales no cubiertas que pueden tener su origen en la infancia y manifestarse de manera inadecuada en la relación matrimonial creando conflictos e insatisfacción emocional.

9.       Divorcio. Desafortunadamente hay algunas parejas que a pesar de que han intentado lo mencionado y más, no logran salir de la dinámica de maltrato y habrá quienes consideren la opción del divorcio. Sin embargo, tenemos que ser realistas. El divorcio es un proceso doloroso, que en ocasiones complica más las cosas y que conlleva consecuencias emocionales para los cónyuges y los hijos. A veces hay razones validas para no divorciarse que van desde lo religioso, económico, hasta desear la presencia de ambos padres en la educación de los hijos, falta de oportunidades, etc. Antes del divorcio podría considerarse una separación por tiempo importante con el objetivo de que la otra parte o ambos tomen cosciencia de lo que deben cambiar. Es conveniente ver el divorcio como la última alternativa, si es que se considera. Y de decidirlo, habrá que hacerlo planeadamente, sin impulsividad con asesoría psicológica, espiritual y legal y apoyo de los seres queridos y de manera muy importante evitando la alienación parental, es decir, no metiendo a los hijos en el problema de pareja.  


A manera de conclusión hemos de decir que la mejor manera de evitar una relación abusiva es en el noviazgo identificando lo que se puede y no se puede permitir en una relación, comprendiendo las características de la pareja y siendo realistas con lo que se puede esperar de él o de ella. Viendo a la persona real, tal cual como es y no al ideal o como se quisiera que fuera. Y si hay señales de maltrato es mejor no dejar prosperar el noviazgo. Pero si ya se está en una relación así o incluso si se está casado con alguien que maltrata se tiene que asumir la responsabilidad de los roles y disposiciones con los que se vincula. La conducta de maltrato es responsabilidad del maltratador, pero la forma en cómo se reacciona y lo que se decide hacer con el maltrato es la responsabilidad de quien recibe el maltrato. Los nueve puntos que compartí podrían ser de ayuda para quienes decidan no permitir más maltrato. Pueden empezar con el punto uno y dos y de ahí escalarlos progresivamente mientras se le explica al otro que la relación debe de cambiar, que no puede continuar así.


Pero recuerda, asumir el rol de víctima perpetuará el maltrato y la codependencia. Sé un adulto sano, asume tu responsabilidad de lo que permites y no permites en tu relación. Cuida de ti mismo y no permitas que se transgreda tu dignidad. Y finalmente, no olvides observar tu propia conducta pues en la mayoría de las ocasiones las agresiones son de ida y vuelta. Puede ser que tú también maltrates, puede ser que lo hagas directamente, encubiertamente, de manera pasivo-agresiva o por defenderte, pero rara vez hay “víctimas puras” y “victimarios puros.” En las relaciones de maltrato y codependencia suelen ser los dos los que "bailan el mismo vals." Los dos son responsables, pero a veces se requiere solo de uno para cambiar las cosas, y ese es uno mismo.


Saludos con aprecio


Dr. Mario Guzmán Sescosse

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