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Transexualidad en debate

La diferenciación sexual hace referencia al proceso físico y psicológico que inicia en la gestación desarrollando los órganos sexuales masculinos o femeninos y culmina con la aceptación del rol sexual conformado por el desarrollo psicológico y social; lo que ahora algunos llaman género. Este proceso no es directo, claro y sin complicaciones. Algunas personas transitaran por él con cierto nivel de conflicto o de confusión; el cual se agudiza si los modelos sociales de masculinidad y feminidad son hostiles, ausentes, ambiguos o indiferentes al niño retrasando la integración de su identidad.


Esta dificultad puede llevar a un niño o incluso a un adulto a pensar que no es un varón, sino una mujer y viceversa. Los puede llevar a identificarse con el sexo opuesto en lugar de con el sexo propio. Sin duda es una situación compleja pues al identificarse con lo que no es no sólo el proceso de diferenciación sexual se ve alterado sino toda la identidad psicológica de la persona. Sin embargo esta alteración no debería de ser vista (como se pretende hoy desde la ideología de género) como la señal de que un hombre no es un hombre sino una mujer, o que una mujer no es una mujer sino un hombre. Sino como un proceso alterado de los esquemas cognitivos o de las estructuras psicológicas que llevan a través del desarrollo físico y psicológico a una persona a considerar ser lo que no es.


Hasta hace unos años (2013) los psicólogos y psiquiatras diagnosticábamos este estado como Trastorno de la Identidad Sexual sin embargo ahora, (y de acuerdo con los connotados investigadores en salud mental y epidemiología el Dr. McHugh y el Dr. Maier de la Universidad Johns Hopkins) sin investigación suficiente que respalde el cambio, se pide que no sea visto más como un trastorno sino como una disforia de género. También se pide y en algunos países se exige que "ayudemos" o facilitemos apoyo para que transiten por la cirugía de reasignación sexual que fortalecerá aún más la creencia de no pertenecer a su sexo sino al opuesto y por lo tanto poder ser lo que ellos creen ser a pesar de no coincidir con su biología y su historia. Esto se nos pide no sólo con los adultos, pero inclusive con los niños, por sorprendente que parezca.


Este acto de deconstrucción, este cambio e incluso exigencia que se hace desde la ideología de género a través de la psicología y la psiquiatría contemporánea favorece la confusión, el conflicto y no la resolución como nos gustaría pensar, pues la transgresión al cuerpo, a la memoria y a la propia biología no elimina lo que se fue y lo que de alguna forma seguirá siendo. Un estudio longitudinal realizado por el Karolinska Institute donde dieron seguimiento por 30 años a 324 personas que se hicieron la cirugía de reasignación sexual mostró que entre aquellos que se realizaron la cirugía se aumentó el padecimiento de dificultades psicológicas y se incrementó 20 veces la mortandad por suicidio frente a quienes no se hicieron dicha cirugía. Pareciera que la reasignación sexual no es la solución.


Cuando un paciente con distorsión de la imagen corporal o con dismorfia corporal llega a nosotros (psicólogos y psiquiatras) le ayudamos a comprender que la forma en que piensa sobre sí mismo o sobre su cuerpo no es racional y que ahí es donde está el origen de su malestar; es su pensamiento lo que tiene que cambiar no su cuerpo. ¿Imaginan que un psicólogo le dijera a una paciente con anorexia: "Hmm... me parece que si tu piensas que estás obesa y quieres estar más delgada para ser feliz lo que tenemos que hacer es someterte a una cirugía de manga gástrica? ¿Qué pensaríamos de ese clínico y de su recomendación?. O si un paciente llega con dismorfia corporal asegurando que su seno izquierdo es más grande que el derecho (cuando no lo es) y que lo quiere más pequeño para que sea como el derecho ¿Qué debería de hacer el terapeuta? ¿decirle; "entiendo que eso es lo que tu deseas y por lo tanto te apoyaré para prepararte para la cirugía y que reduzcan tu seno"? O imaginen que llega un paciente con Trastorno de la Identidad de la Integridad Corporal y nos dice mientras señala a su mano derecha; "esta mano no me pertenece a mí, es de otro, por lo tanto necesito que me la amputen" ¿Qué debería hacer el clínico? ¿decirle; "!por supuesto¡ cuándo te gustaría tener la amputación?" como actualmente se pretende hacer con la amputación del pene.


Podríamos continuar con una gran lista de situaciones donde los sujetos buscan ayuda y nuestra función no es la de fomentar el pensamiento que no se apega a la realidad o a su cuerpo; desde el síndrome Cotard (el sujeto piensa que está muerto) el TOC (el sujeto piensa que mató a alguien cuando no fue así, o que está contaminado o que si piensa algo sucederá por efecto de su pensamiento) pasando por la depresión, los trastornos de ansiedad y hasta los cuadros psicóticos. Sabemos que el problema no está tanto en la realidad como en la forma en que el sujeto la interpreta y nuestra función es ayudarles a desarrollar maneras de interpretar y afrontar esa realidad en formas que les permita encontrar su bienestar psicológico pues lo contrario es aliarse a la parte que genera sufrimiento en los pacientes. Eso es lo que mostró el estudio antes mencionado y la razón por la cual la Johns Hopkins University dejó de realizar las cirugías de reasignación de sexo después de haber sido la primer institución en USA de realizar dicha cirugía.

Mayor comprensión individual y no sólo estadística es lo que necesitan las personas que pasan por estos difíciles procesos de confusión sexual. Mayor transformación del tejido social y no del tejido biológico es lo que se necesita para que las personas podamos sentirnos parte no sólo de nuestro cuerpo y de nuestro rol sino de la humanidad. Mayor atención individual y no entrega de galardones que favorecen el conflicto es lo que necesitan quienes por una razón u otra no han podido identificarse con el sexo propio.


El Dr. Paul McHugh explicó en su artículo del Washington Post que a través de la investigación se ha mostrado que hasta un 80% de los casos de niños que se identificaban con el sexo opuesto cambió su creencia de manera espontánea con el tiempo. Esto lo he podido constatar entre mis pacientes donde no pocos en su infancia transitaron por conductas trasvestistas e incluso identificación con el sexo opuesto pero con el tiempo los llevó a re-identificarse con su sexo biológico y a detener dichas conductas. Pero este comportamiento y esta pasajera identificación no fueron tratadas como patologías o por el contrario como indicadoras de que son mujeres cuando son masculinos o viceversa sino que se trataron como parte de su proceso en la construcción de su identidad y que a la vez eran reflejo de las condiciones del momento por el que transitaban.


Se ha dicho que la transexualidad y el apoyo a someterse a la cirugía de reasignación sexual, así como enseñar en la escuela que un niño puede escoger ser hombre o mujer es un tema de justicia social y de ir en contra de la discriminación social. Sin duda acciones criminales e inadmisibles han sucedido a personas que pasan por esta situación, ningún acto de odio o discriminación se justifica contra ellos o contra cualquier otra persona. Sin embargo, la verdadera justicia social estaría no en favorecer o promover esta deconstrucción y mutilación del cuerpo, sino en proveer el apoyo social, psicológico e incluso espiritual que toda persona necesita para comprender su proceso de individuación y poder hacerle frente de formas que faciliten su crecimiento individual. En palabras del Dr. McHugh:


“Los políticos y los medios de comunicación no están haciendo un favor ni al público ni a los transexuales al tratar su confusión como un derecho en necesidad de ser defendido en lugar de tratarlo como un trastorno mental que merece ser entendido, tratado y prevenido”


Al final de este artículo les he adjuntado un vídeo y una liga al nuevo tomo del Journal; The New Atlantis donde este otoño (2016) presentan una edición especial para abordar éste y otros controversiales temas relacionados con la sexualidad desde una perspectiva meramente científica y no política o ideológica como lamentablemente otras organizaciones lo han hecho. Podrán ver que en la entrevista el Dr. McHugh y el Dr. Maier son entrevistados y concluyen que los niños y adolescentes a quienes se les promueve la terapia hormonal y la cirugía de reasignación sexual están en gran riesgo de padecer severos trastornos psicológicos. También concluyen que no existe evidencia de que los altos índices de trastornos psiquiátricos en la población sean resultado de la discriminación, como lo han señalado otras organizaciones (incluyendo el APA y la OMS), y que la reasignación sexual no alivió los conflictos previos.


Estos investigadores, consideran como errónea la idea de que la identidad de género es independiente del sexo, pues concluyen que no hay evidencia científica que respalde eso, pero si lo contrario. Por lo tanto, aquello que los movimientos pro transexuales han dicho “soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer” o viceversa es erróneo, pues no hay argumentos biológicos ni psicológicos para considerar a la transexualidad como algo innato.


Sin duda el debate de la transexualidad aún debe continuar en lugar de ser impuesta por la ley, los medios y las escuelas siguiendo una ideología particular.



También les dejo el enlace al artículo del Dr. McHugh publicado en el Washington Post.



Hasta siempre,

Dr. Mario Guzmán S


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