Hoy cumple años mi hija, verla crecer me hace pensar en el gran privilegio y la gran responsabilidad que es el ser papá de una mujer. La relación conmigo, tiene un gran impacto, no solo en quien es en el presente, sino en quien será y en cómo se relacionará con los hombres.
Necesito ser una base segura que le permita explorar el mundo mientras se sabe querida, respetada y admirada. Mi vínculo con ella es la protorelación desde la que se relacionará con los hombres. Si se reconoce en mí como persona con dignidad innconmensurable, con propósito y sentido y creada por y para el amor, será más probable que eso busque en su futuro esposo. Y eso espero, no puede aceptar poco, sino mucho. No en lo material sino en lo trascendental, pues ella está llamada a la trascendencia.
Soy consciente del reto que tiene frente. La mujer contemporánea se encuentra prisionera de los extremos. Por un lado quienes le dicen que el objetivo es ser y hacer como los hombres.
Por otro lado, quienes le dicen que el objetivo es la hipersexualización que la reduce a objeto de gratificación libidinal. Tristemente, muchas mujeres han caído en el engaño, ya sea de un lado o del otro o de ambos.
Mi mayor responsabilidad es alejarla de esos extremos y acercarla al único lugar donde encontrará la plenitud y ese lugar es saberse que ha sido creada con propósito, que es abrazando su ser mujer, abriéndose a la vida y mostrando su dignidad en el trabajo, en la casa, en la escuela, con los hombres y con las mujeres que ella encontrará su magnanimidad. El futuro de la humanidad está en su interior, como lo está en el de toda mujer.
Sin emabrgo, muchas mujeres no lo ven no solo por los extremos a los que las empuja la sociedad, sino por que han sido abandonadas por su padre y no han podido reconocerse en la relación con él como merecedoras de amor y sacrificio. El abandono a veces es físico, otras emocional, pero siempre es personal. Una niña que no se siente amada por su padre, será una mujer a la que le cueste saber lo que es ser realmente amada por un hombre. De ahí que la relación papá-hija es fundamental para el futuro de la humanidad, pues de ahí surgirán las futuras esposas, y mamás que darán paso a las futuras generaciones. La inmensa mayoría de los papás queremos lo mejor para nuestras hijas (e hijos) pero a veces no sabemos cómo hacerlo o no podemos debido a que muchos venimos cargando nuestras propias heridas, sentimientos de inadecuación, miedos, saturación por el trabajo y las demandas de la vida contemporánea.
Por eso quiero invitar a todos los papás que quieran impactar positivamente en la vida de sus hijos a que me acompañen en el taller que daré en mayo y junio sobre la importancia del padre en la familia y la sociedad. La idea es hacer un grupo de hombres (sin las esposas) para hablar de los retos, las dificultades y alegrías para que juntos construyamos las estrategias que nos permitan impactar positivamente en nuestros hijos. Aprenderemos a ser esa base segura que les ayude a sentirse amados y respetados, pero también guiados y retados para que lleguen a ser las personas que están llamadas a ser.
Solo quedan 5 lugares disponibles ¡no dejen pasar esta oportunidad! Y si tú que me lees eres mamá, hermana o hija comparte la invitación a tu esposo, hermano o papá. Te aseguro que será de apoyo en la importante labor que tienen. Aquí te dejo el enlace para inscribirse, junto con un abrazo. INSCRÍBETE AQUÍ
Dr. Mario Guzmán Sescosse
Podcast: Descifrando Laberintos
Seminario en línea: La Transformación del adolescente
Comentarios